El clima y la temperatura ambiental son pilares del bienestar de las aves, puesto que este concepto se caracteriza por la adaptación del animal al ambiente en que vive. El estrés térmico es un gran desafío en la avicultura a nivel mundial y uno de los principales ejemplos del impacto que el clima tiene sobre la salud de las gallinas y, en consecuencia, la producción. Adoptar medidas para evitar el estrés por calor, principalmente durante el verano, es esencial para garantizar el bienestar de las aves y los niveles de productividad.
El estrés térmico afecta el desempeño y la salud de las gallinas
El estrés térmico, o estrés por calor, es un efecto negativo provocado por las altas temperaturas y una de las principales causas de pérdidas económicas en la avicultura a nivel mundial. Los daños del estrés por calor en la salud de las gallinas y la productividad de la granja son diversos, y todos ellos son sumamente relevantes desde el punto de vista veterinario.
El estrés por calor afecta la respuesta inmune, el metabolismo, las funciones intestinales y el crecimiento de las aves, puesto que disminuye el consumo de alimento, el aumento de peso corporal y la eficiencia alimenticia.
Estos daños culminan en el empeoramiento del desempeño reproductivo y en una caída en el rendimiento y calidad de los huevos y la carne, perjudicando todos los frentes productivos de la industria avícola, como se señala en el artículo «Impact of Heat Stress on Meat, Egg Quality, Immunity and Fertility in Poultry and Nutritional Factors That Overcome These Effects: A Review», publicado en la revista científica International Journal of Poultry Science.
Medidas para evitar el estrés por calor y asegurar el bienestar de las aves
Aunque algunos países cuentan con un clima cálido durante todo el año, lo que requiere una vigilancia constante de la temperatura, el estrés por calor es un problema que se vuelve más grave en el verano.
Y, según el artículo «Climate change and heat stress: Impact on production, reproduction and growth performance of poultry and its mitigation using genetic strategies», publicado en el Journal of Thermal Biology, el estrés por calor tiende a agravarse por el aumento de la temperatura global como resultado del cambio climático.
Por lo tanto, adoptar medidas para prevenir el estrés por calor es urgente e indispensable para garantizar la salud y el bienestar de las aves y la productividad esperada. El protocolo básico para mitigar el estrés por calor en las aves incluye reducir la densidad de población y mejorar el alojamiento y la ventilación, con el uso de sistemas de refrigeración adecuados.
El artículo «Heat stress management in poultry«, publicado en el Journal of Animal Physiology and Animal Nutrition, también destaca la importancia de las estrategias nutricionales para combatir el estrés por calor en la avicultura.
Algo tan simple como beber agua potable limpia y fresca ya es capaz de mejorar los efectos del estrés por calor en las aves. Además, el agua también se puede enriquecer con soluciones de electrolitos (Na, Cl, K y NaHCO3) para aumentar la ingesta de líquidos y la tolerancia de las aves al calor.
El artículo también informa que una estrategia de suplementos de vitaminas y minerales planificada por un especialista puede ser beneficiosa.
En definitiva, cabe destacar que no solo las enfermedades pueden comprometer la Sanidad de la granja. El clima y las altas temperaturas ambientales son capaces de causar graves daños a la salud y el bienestar de las aves.
El estrés por calor afecta el metabolismo, la reproducción, la producción de huevos y carne, causando pérdidas económicas masivas para la avicultura. Por ello, es fundamental adecuar el entorno y el manejo con estrategias que mitiguen el estrés por calor y sus efectos.