La prevención de enfermedades infecciosas por medio de vacunaciones en masa es un proceso clave en la industria avícola. La inmunización activa permite proteger a los animales frente a diferentes patologías a través de la exposición a los agentes causales, mientras que su progenie se beneficia de la inmunidad maternal o inmunidad pasiva.1
En avicultura se emplean, básicamente dos tipos de vacunas: vivas e inactivadas. Las primeras se crean a partir de antígenos vivos de forma atenuada, lo que favorece el desarrollo de una respuesta inmune robusta que, sin embargo, conlleva el peligro de una posible virulencia residual. Las vacunas inactivadas, por otro lado, se formulan utilizando patógenos a los que se destruye su infectividad, pero que mantienen su inmunogenicidad, lo que las hace más seguras.
Ventajas relativas entre vacunas vivas e inactivadas
Las vacunas vivas pueden administrarse de forma masiva o individual, y estimulan inmunidad celular y humoral. Suelen proporcionar una respuesta inmune más robusta que las que se fabrican con microorganismos inactivados porque invaden a las células del huésped e inducen la producción de interferón, que proporciona protección precoz a los animales susceptibles. Esto les confiere una serie de ventajas sobre las vacunas inactivadas:1
- Se deben inocular pocas dosis
- No se requieren adyuvantes
- Es menos probable que causen problemas de hipersensibilidad
- Son relativamente económicas
Sin embargo, como ya se ha mencionado, tienen el riesgo de revertir su virulencia y causar enfermedad. Para ello, es posible disminuir la virulencia de un microorganismo hasta llegar al punto en el que aunque permanezca vivo no es capaz de causar enfermedad. A este proceso se le denomina atenuación. Existen diversos métodos de atenuación que suelen implicar la adaptación de los microorganismos a condiciones no acostumbradas para perder su capacidad de adaptación a su huésped habitual.
Las vacunas inactivadas, compuestas de patógenos muertos o inactivados, no generan enfermedades en los animales vacunados, lo que las hace especialmente seguras para animales vulnerables o inmunocomprometidos. Estas vacunas son particularmente útiles durante brotes infecciosos en avicultura, ya que inducen una respuesta inmunológica rápida sin el riesgo de que el patógeno se reactive o replique dentro del animal, evitando infecciones.2,3
Aunque generalmente necesitan la aplicación de más dosis en comparación con las vacunas vivas atenuadas, la respuesta inmune que inducen es duradera y robusta, y como ya se ha mencionado, presentan un menor riesgo de efectos adversos. Además, tienden a ser más estables y requieren menos condiciones especiales de almacenamiento, lo que facilita su manejo y distribución. También pueden administrarse por diversas vías (subcutánea, intramuscular, etc.), lo que las hace ampliamente aceptadas en la práctica veterinaria.3,4
En resumen, las principales ventajas de las vacunas atenuadas son:
- Estabilidad en el almacenamiento.
- No es probable que causen enfermedad
- No es probable que contengan microorganismos contaminantes
Adyuvantes y emulsiones, ¿por qué son importantes?
Para aumentar la efectividad de las vacunas inactivadas, se requiere el uso de adyuvantes. Los adyuvantes son sustancias o procedimientos que, incorporados al antígeno o inyectados simultáneamente con él, hacen más efectiva la respuesta inmune. En avicultura se utilizan ampliamente las emulsiones. Éstas son dispersiones líquidas de dos fases inmiscibles, generalmente aceite y agua, cada una de las cuáles puede ser la fase dispersa o la continua, con lo que se obtiene una emulsión hidrooleosa u oleoacuosa respectivamente. Los aceites minerales son algunos de los más comunes y sirven para estimular el sistema inmune permitiendo una liberación lenta del antígeno y, por tanto, generar una inmunidad más duradera. La parafina líquida es el aceite mineral más utilizado en las vacunas veterinarias. Formular el adyuvante en una emulsión adecuada es esencial para lograr una vacuna eficaz y segura. La calidad de la respuesta inmune generada y la modulación de las reacciones adversas tras su aplicación dependerá en gran medida de una correcta formulación.5
¿Por qué las vacunas inactivadas cuestan más?
Las vacunas inactivadas tienden a ser más costosas debido a su complejo proceso de producción. Este proceso requiere de pasos adicionales, como el uso de calor o productos químicos, además de rigurosos controles de calidad que aseguren que los patógenos sean totalmente destruidos sin alterar sus propiedades antigénicas. Además, como se ha visto en el apartado anterior, la adición de adyuvantes que necesitan estas vacunas para potenciar la respuesta inmune incrementa los costes de producción.3,4,6
Vacunas inactivadas en gallinas
Proteger a las gallinas ponedoras por medio de la vacunación es esencial para prevenir la aparición de patologías y evitar sus efectos, además, en la producción de huevos. Entre las vacunas más comunes que se aplican en esta especie se encuentran las que previenen la enfermedad de Newcastle, la bronquitis infecciosa, la enfermedad de Marek, la coccidiosis y la encefalomielitis aviar. Además, dependiendo de la región y de ciertas condiciones, se recomienda la aplicación de vacunas contra la coriza infecciosa, la salmonelosis y la viruela aviar.3,4
Recomendaciones para veterinarios en LATAM
A la hora de aplicar las vacunas inactivadas, es importante cumplir una serie de medidas que permitan obtener el máximo rendimiento de las mismas y evitar efectos adversos. Por ejemplo, es necesario atemperarlas de forma correcta antes de su administración para evitar que se generen inflamaciones muy intensas en los animales vacunados, lo que puede afectar a su crecimiento.
Considerar las características particulares de cada productor, asegurando un equilibrio entre el coste-beneficio y las ventajas que este tipo de vacunación puede proporcionar a largo plazo es un objetivo clave del trabajo de los veterinarios. Es importante realizar un monitoreo de las principales enfermedades de las aves de la explotación para elaborar el protocolo de vacunación más apropiado según las necesidades locales.


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Referencias bibliográficas
- Tizard, I. R. (2017). Veterinary immunology. 10th edition. Ed. Saunders. ISBN-10: 9780323523493
- Williams, R. B. (2002). Fifty years of anticoccidial vaccines for poultry (1952–2002). Avian diseases, 46(4), 775-802.
- Saif, Y. M. (2009). Diseases of poultry. John Wiley & Sons.
- Pattison, M., McMullin, P., Bradbury, J. M., & Alexander, D. (Eds.). (2007). Poultry diseases. Elsevier Health Sciences.
- Uberus Fernández, J. (2013). Adyuvantes en vacunas. Universidad de Granada.
- de Wit, J. S., & Montiel, E. (2022). Practical aspects of poultry vaccination. In Avian Immunology (pp. 469-488). Academic Press.
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