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Tripanosomiasis bovina: Síntomas, tratamiento y vacuna

La tripanosomiasis bovina es una enfermedad infecciosa que afecta principalmente a los rumiantes y es causada por el hemoparásito Trypanosoma vivax. Se transmite a través de insectos hematófagos que actúan como vectores mecánicos, principalmente las moscas picadoras de la familia Tabanidae (Haematobia irritans, Stomoxys calcitrans, etc)1.

En los últimos años esta enfermedad se ha transformado en un problema creciente en los establecimientos de producción láctea de regiones tropicales y subtropicales de Centro y Sudamérica, por la presencia del vector y sus efectos económicos: gran disminución en la producción láctea, abortos, pérdida de peso y mala calidad del semen2.

La tripanosomiasis no afecta a los humanos ni a especies domésticas que no sean rumiantes. La infección se produce al momento en que un vector pica a un animal, ingresa el parásito y ocurre una primera multiplicación. Luego se dirige hacia el torrente sanguíneo y otros órganos, como el hígado, el corazón, el pulmón, el intestino y el bazo.

Tripanosomiasis bovina, síntomas o signos clínicos

El hemoparásito causante de esta enfermedad tiene un periodo de incubación de 9 a 60 días, que depende en gran medida de la virulencia de la cepa y la susceptibilidad del hospedador. Debido a que T. vivax utiliza los nutrientes del hospedador y produce sustancias tóxicas, los signos más prevalentes en los animales afectados son: decaimiento, abortos, disminución de la producción láctea, temperatura corporal de 39,5° o mayor, anemia, leve ictericia, diarrea, debilidad, pérdida de la condición corporal, edema de papada, irritabilidad y queratitis3.

Suele resultar útil realizar el diagnóstico diferencial entre esta enfermedad y la Anaplasmosis bovina, ya que ambas son productoras de anemia, debilitamiento y cursan de forma aguda, pero algunas medidas de control difieren entre unas y otras.

Para la identificación de Trypanosomas, suelen tomarse muestras de sangre de animales con signos compatibles, a fin de realizar frotis e identificar al parásito por movilidad. Sin embargo, este método por observación directa, puede verse limitado en infecciones crónicas o en situaciones de inadecuada esterilización de los materiales. 

Por este motivo, resulta más sensible y específico el diagnóstico por medio de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), a partir de muestras de sangre de animales sintomáticos, de las cuales se extrae el ADN. Por medio de esta técnica pueden identificarse fragmentos conocidos del parásito4.

Tratamiento para la tripanosomiasis bovina

El fármaco indicado para el tratamiento de la tripanosomiasis bovina es el quimioterápico aceturato de diminazene5, 6, el cual también se utiliza para otras tripanosomiasis y babesiosis. El mismo puede aplicarse en dosis entre los 3,5 mg/kg y los 8 mg/kg, y la vía de aplicación es preferentemente intramuscular. Se recomienda utilizar la máxima dosis indicada ya que de este modo disminuyen los riesgos de resistencia del parásito. 

Debe tratarse a todos los animales que presenten signos clínicos, y considerar que, si bien puede utilizarse como preventivo, su acción sólo protege al ganado por 2-4 semanas, ya que la droga es de rápida excreción. También es de elección el tratamiento con el fármaco isometamidium, aplicado por vía intravenosa7. Es importante considerar que los animales estresados, con enfermedades concomitantes o mal alimentados pueden volver a presentar signos, aun habiendo recibido el tratamiento específico.

Luego de aplicado el tratamiento, la leche de vacas tratadas con este fármaco requiere descarte por al menos tres días posteriores a la finalización del mismo, y no debe consumirse carne de animales tratados por al menos 40 días luego de la administración.

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Prevención y control de esta enfermedad

Las regiones tropicales y subtropicales Centro y Sudamérica poseen gran cantidad de insectos hematófagos que operan como vectores de esta enfermedad, por lo cual en zonas de riesgo es fundamental realizar un control de vectores y considerar que los bovinos con parasitosis pueden contagiar a otros animales susceptibles.

Si bien no existe en la actualidad una vacuna para la tripanosomiasis bovina en el sentido estricto de la palabra, puede y suele utilizarse el diaceturato de diminazene para ofrecer protección contra este protozoario por 2-4 semanas en zonas de riesgo.

La falta de higiene y cuidados en maniobras zootécnicas como descorne, castrado, vacunaciones, curaciones, etc, también involucran una gran fuente de contagio. Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) las pautas para prevenir la diseminación de la enfermedad entre animales son8:

  • Controlar la presencia de los vectores hematófagos productores de la tripanosomiasis, evitando acumulación de materia orgánica (forrajes, pastos, materia fecal) porque allí proliferan estos insectos.
  • Asegurar el ingreso de animales sanos al establecimiento, y sin antecedentes sanitarios.
  • Si se observan animales con decaimiento y otros signos compatibles (descensos de producción láctea y elevación de la temperatura corporal), diagnosticar y tratar inmediatamente, únicamente con fármacos autorizados por autoridades competentes de cada país (en la mayoría de los casos es el aceturato de diminazene).
  • Notificar a las autoridades correspondientes de cada país, en caso de sospecha o confirmación de casos.
  • Son los veterinarios quienes deben diagnosticar, tratar y hacer un seguimiento de los casos positivos.

Como método de diagnóstico, asociado a los signos compatibles, el profesional debe extraer sangre y enviarla a un laboratorio que pueda evaluar la presencia de T. vivax en el frotis.

Los productos repelentes contra la tripanosomiasis bovina, ya sea en caravanas o aplicados directamente sobre el animal, no son efectivos ya que los insectos permanecen alejados de los animales y solo se aproximan para alimentarse, situándose fundamentalmente en los miembros y vientre de los hospedadores.

Referencias:

  1. Zapata Salas, R., Cardona Zuluaga, E. A., Reyes Vélez, J., Triana Chávez, O., Peña García, V. H., Ríos Osorio, L. A., … & Polanco Echeverry, D. (2017). Tripanosomiasis bovina en ganadería lechera de trópico alto: primer informe de Haematobia irritans como principal vector de T. vivax y T. evansi en Colombia. Revista de Medicina Veterinaria, (33), 21-34. https://doi.org/10.19052/mv.4048
  2. Osório, AL.; Madruga, CR.; Desquesnes, M.; Soares, CO.; Ribeiro, LR.; Costa, SC. Trypanosoma (Duttonella) vivax: its biology, epidemiology, pathogenesis, and introduction in the New World–a review. Mem Inst Oswaldo Cruz. 2008; 103(1):1-13. http://dx.doi.org/10.1590/S0074-02762008000100001. 
  3. https://blog.agroads.com.ar/tripanosomiasis-bovina-como-enfrentar-un-peligro-que-acecha-a-los-tambos/ 
  4. Gonzalez, L. (2018). DESARROLLO DE UNA TÉCNICA DE DIAGNÓSTICO MOLECULAR PARA LA DETECCIÓN DE INFECCIONES PRODUCIDAS POR TRYPANOSOMA EN EL GANADO BOVINO. Encuentro de Jóvenes Investigadores, Universidad Nacional del Litoral, Argentina. https://bibliotecavirtual.unl.edu.ar:8443/handle/11185/2110 
  5. Abdala, A.A., Larriestra, A.J., & Signorini, M. (2021). Estimación de pérdidas económicas causadas por Trypanosoma vivax en un rodeo lechero de Argentina. Rev. Vet., 31 (2):115-119. DOI: http://dx.doi.org/10.30972/vet.3124728 
  6. https://www.msd-salud-animal.com.ar/productos/berenil-quimioterapico/ 
  7. Echeverri, J.A., Valencia, G.L., Sierra, G., Evanoff, E.R., Cataño, W.B., Oquendo, J.G., & Arboleda, A.F. (2020). Eficacia de la asociación oxitetraciclina – isometamidium en el control de anaplasmosis y tripanosomosis bovina. CES Medicina Veterinaria y Zootecnia, 15, 49-63. https://doi.org/10.21615/cesmvz.15.2.4 
  8. http://www.senasa.gob.ar/senasa-comunica/noticias/recomendaciones-para-prevenir-la-tripanosomiasis-bovina#:~:text=La%20tripanosomiasis%20bovina%20es%20una,%2C%20ovinos%2C%20b%C3%BAfalos%20y%20equinos.