Animales de Compañia

¿Es lo mismo la diabetes en perros y gatos? Conozca las diferencias clínicas

18 agosto 2022

La diabetes mellitus (DM) en perros y gatos es un trastorno metabólico crónico caracterizado por hiperglicemia persistente. A pesar de tratarse – en cierto modo – de la misma enfermedad, desde el punto de vista clínico tiene diferentes particularidades que varían según la especie diagnosticada con diabetes. ¡Conozca estas diferencias y entienda un poco más sobre este problema que afecta a la salud de las mascotas!

tratamiento de la diabetes en mascotas
El mejor tratamiento para la diabetes mellitus en perros y gatos es la administración de insulina

¿Es la diabetes en perros más recurrente que en gatos?

Aunque puede existir la sensación de que la diabetes afecta con más frecuencia a los perros que a los gatos, esta afirmación es infundada, como lo explica el veterinario Marco Antonio Barboza. «Tanto en el perro como en el gato, la incidencia de la diabetes mellitus oscila entre 1 por cada 100 a 1 por cada 500 animales, pero la proporción varía según el país que haga esta encuesta, ya que dependerá del número de perros y gatos, así como de la frecuencia con la que los tutores llevan a sus mascotas al veterinario. Sabemos, por ejemplo, que en Brasil hay una población mayor de perros que de gatos y la frecuencia de llevarlos al veterinario es comparativamente mucho mayor, lo que puede influir en los datos estadísticos», afirma.

Señala también que la diabetes en los animales de compañía ha aumentado considerablemente desde hace algunas décadas. Es importante destacar que estos datos deben interpretarse con cautela, ya que no representan necesariamente una deficiencia en la alimentación animal o una mayor incidencia de otros factores de riesgo para la enfermedad. Barboza destaca que un mayor cuidado con las mascotas en los últimos años ha generado más visitas al veterinario y, en consecuencia, más diagnósticos cerrados de diabetes.

Los signos de la diabetes en perros y gatos incluyen la poliuria, polidipsia, polifagia y la modificación del peso

El veterinario afirma que algunos de los principales signos de la diabetes son comunes a perros y gatos: «En general, los perros y gatos diabéticos presentan los signos clásicos de la enfermedad, es decir, poliuria (orinar mucho), polidipsia (beber mucha agua), polifagia (comer mucho) y modificación de peso. En el caso de la diabetes avanzada y no tratada son comunes la anorexia, la emesis y la deshidratación en los casos de cetoacidosis diabética. En los gatos, la enfermedad es más común en los machos mayores y castrados, y durante la exploración física, se observa la postura plantígrada adoptada por el animal como parte de las complicaciones de la enfermedad. En los perros, la catarata es una complicación frecuente», aclara el veterinario. Otro punto en común es que la obesidad puede considerarse un factor de riesgo en ambas especies.

Diferencias de la diabetes mellitus en perros y gatos

En los gatos predomina la diabetes asociada a la enfermedad de Langerhans amiloide. Aparte de este factor, Barboza afirma que las diferencias entre diabetes en perros y gatos aún son difíciles de explicar con total certeza. «Es posible que haya factores genéticos y metabólicos implicados en esta enfermedad, ya que en el perro la destrucción inmunomediada de las células beta pancreáticas es un factor muy importante, que en el gato ocurre raramente. En cambio, la amiloidosis de las células beta es un factor muy importante en el gato, lo que ya no ocurre en el perro. El hecho es que perros y gatos tienen diferentes mecanismos fisiopatológicos primarios que conducen al cuadro de DM», afirma el especialista.

La hiperglucemia de estrés puede dificultar el diagnóstico de la diabetes en los gatos

En los gatos, la hiperglucemia de estrés es una condición más recurrente que en los perros. Esta es una diferencia importante entre especies a tener en cuenta al diagnosticar diabetes en gatos, ya que puede dar lugar a una interpretación errónea de la glucosa en sangre en los gatos.

Barboza explica que la hiperglucemia por estrés se origina en el metabolismo de los gatos, que tiene un funcionamiento específico. «El gato es un animal estrictamente carnívoro y está adaptado fisiológicamente a un metabolismo exclusivamente proteico, a diferencia del perro. La glucoquinasa es una enzima encargada de convertir la glucosa de la sangre en glucógeno, que luego se almacena en el hígado. En el gato, la actividad de la glucoquinasa está prácticamente ausente, por lo que, en una situación de estrés agudo, el gato hace una hiperglucemia que volverá a la normalidad muy lentamente. Por esta razón – una deficiencia enzimática en el metabolismo de la glucosa – la hiperglucemia de estrés es común en el gato y no en los perros», señala.

CANINSULIN

La obesidad puede ser un factor de riesgo en ambas especies

Los perros y gatos obesos son más propensos a desarrollar diabetes, pero Barboza afirma que hay razas caninas que requieren mayores cuidados para evitar un aumento excesivo de peso: «Las razas caninas, como los Basset hounds, Beagles, Cocker spaniels, Dachshund y labradores, tienen una mayor predisposición a la obesidad, lo que sugiere que hay un factor genético implicado, evidenciado por la condición racial. Varios estudios demuestran que los animales castrados tienden a ser obesos. La obesidad tiene una mayor incidencia en los animales adultos o ancianos, que disminuyen su actividad física y metabólica», explica el veterinario.

La insulina está indicada para el tratamiento de la diabetes en perros y gatos

En cuanto al tratamiento, Barboza destaca que en los gatos el desafío es mayor, ya que tienden a la hiperglucemia por estrés con más facilidad, pero aun así el uso de la insulina es esencial para asegurar el mantenimiento de los pacientes. «Es posible utilizar dietas ricas en fibra para gatos que permiten un mejor control de la enfermedad, pero se obtendrá un mayor beneficio administrando dietas ricas en proteínas y restringidas en carbohidratos simples», añade.

El uso de insulina en perros es obligatorio para controlar los signos clínicos y evitar posibles complicaciones como la cetoacidosis diabética y las cataratas. El veterinario añade la importancia de los cambios en la dieta del animal:

«Se indica una dieta rica en fibra y baja en carbohidratos para minimizar la hiperglucemia posprandial, ya que permite un mejor control glucémico. En las hembras, la castración es obligatoria como parte del tratamiento. El uso de agentes hipoglucemiantes orales, como la Glipizida, aunque es eficaz en muchos casos, se asocia a varios efectos secundarios y, por lo general, solo pospone la necesidad de un tratamiento con insulina. Ambas especies se benefician de la práctica de ejercicios, ya que la actividad física además de ayudar en la reducción de peso (cuando es necesario) también mejora la sensibilidad periférica a la insulina», concluye el veterinario. Debido a que los gatos no salen a la calle, su forma de ejercitarse es diferente a la de los perros, por eso es interesante enseñarle a los tutores de gatos formas de hacer que los gatos se muevan más en el interior.

En resumen, se puede concluir que el veterinario debe ser consciente de las diferencias de la diabetes en perros y gatos, como la hiperglucemia por estrés en los gatos, que debe ser tenida en cuenta a la hora del diagnóstico. Además, es importante recordar que las similitudes prevalecen en el cuadro general de la enfermedad, como en los signos y en el importante uso de la insulina.

* Marcio Antonio Barboza (CRMV-SP: 12.624) es licenciado en Veterinaria de la Universidad de São Paulo y ocupa el cargo de Gerente Técnico Pet en MSD Saúde Animal.

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